Alguien me esta llamando allá afuera, pronuncia mi nombre. Y su voz toma fuerza…-
Capitulo 1
Cuando Shakespeare te arruina la vida.
¡Shakespeare! ¿Pero… Shakespeare...?- Se quejo Matilde Soto por la tarea recién dejada de Español, a sus 16 años de edad la lectura nunca había sido su fuerte y menos Shakespeare, a su percepción le parecía que el escritor se esforzaba en tratar de rimarlo todo, (hasta el momento su critica se basaba en alguna ojeada que dio casualmente a alguna de las obras)- ¡Ash!- exclamo enojada jalando su cabello negro, hasta que logro que sus ojos rasgados se hicieron casi solo unas rendijas, dejando solo ver solo sus pupilas negras le dieron una imagen caricaturesca. Junto a ella caminaba por el pasillo de la preparatoria 10 su mejor amiga desde la primaria Selene Navarro, que con paciencia y una sonrisa en su rostro la miraba alegremente, esperando a que se le pasara aquel ataque de ansiedad que Mat (como ella la llamaba) convirtió en el pan nuestro de cada día desde la ultima semana. No estaba tomando muy bien la transición de la secundaria a la preparatoria, la ponían de nervios el aumento de tareas y el grado de complejidad para realizar los deberes, sobre todo las nuevas obligaciones de la vida preparatoriana.
Atrás quedo la felicidad del primer día de clases, cuando descubrió que la puerta de entrada se quedaba abierta y que nadie la detendría si quería salir; era gozar de una total libertad a diferencia de la secundaria, que en cuanto el ultimo alumno entraba, el conserje Juanito colocaba un candado en la puerta, mas grande que su cara achatada de perro bulldog y ahí se quedaba hasta que la molesta chicharra daba el toque liberador de ir a casa; pero ahora estaba considerando que una puerta abierta para salir, no compensaba el aumento de trabajo que tenían.
- ¿Cómo pudo el maestro Armando dejarnos semejante trabajo, a quien se le ocurrió eso de la semana cultural dedicada a Shakespeare? - dijo por fin dejándose el cabello, sus ojos regresaron a la normalidad; paro su caminar abruptamente, apoyándose se dejo caer en el barandal de las escaleras del edificio, colgó sus brazos libres al aire, logrando un aspecto dramático y derrotado. - No es romántico como…-susurro,- mmm… - lo pensó por un momento, Selene dejo ojear su guía, poniéndole atención al detectar su duda,- mmm…- estaba esforzándose por terminar su frase, pero lo que quería decir se fugo de su mente dejándola en la incertidumbre sin lograr recordar a quien trataba de citar, derrotada, levanto su cabeza para preguntar a Selene – Oye,- le dijo.
-Mande…- contesto y espero la pregunta sin poder evitar levantar una ceja de forma escéptica.
- ¿Como se llama la doña que escribió al Sr. Darcy?-
Dejo de leer al escuchar la pregunta y poniéndose molesta, abrazo sus cuadernos con frustración y dijo.- Jane Austin…
-¡Ella!- dijo emocionada, incorporándose abandonando su postura derrotista- ¡ESA MERA!- Grito imprudentemente a medio pasillo. Algunos alumnos las voltearon a ver, un maestro salio de su clase para indicar que se callara, incomodando a Selene, quien pidió disculpas.- ¿Como es posible que no te aprendas el nombre de una novela que dices que te alucina?- Matilde ignorando el efecto de la euforia de sus gritos, continuo inmersa en su dialogo.
- ¡Sí, ella Jane Austin! – Dijo.- Shakespeare no es tan interesante como ella, verdad- Selene ya no le prestaba atención, seguía revisando su guía, estaba mas interesada en como el profesor quería elaborado el ensayo, que lo que Matilde pudiera decir en ese momento. Desanimada, la indiferencia de Selene la molesto, entonces perdiéndose en otra idea, se detuvo a observar a Selene y la sombra que proyectaba su esbelta figura. Su amiga a sus 16 años se estaba volviendo demasiado bonita, comenzándose a considerar una de las nuevas bellezas de la escuela. Ya algunos chicos de otros semestres intentaron salir con ella, habían sido tres los que lo intentaron y como si fuera un ritual, Matilde se aprendió la movida de rechazo de su amiga.
Selene levantaba su carita de forma de corazón al escuchar la propuesta, con sus sonrosadas mejillas que le daban un aire de inocencia, daba una discreta mirada evaluando a quien la invitaba, agitaba sus pestañas castañas tres veces, remarcando sus ojos verdes, se apartaba e un riso travieso de su cara en su oreja, apretaba la boca rosa que tomaba forma de una fresa y (Ahí, justo en ese momento, sabia que ella lo iba a rechazar) mostraba su perfecta dentadura, regalando una sonrisa que quitaba el aliento; entonaba su voz diciendo,-
¡Muchas gracias!- Y luego empleando un tono triste completaba- pero son tantas las obligaciones que tenemos, que no puedo. Lo siento.- Volvía a pestañear y se acomodaba otro mechón, dejando embobado al incauto, se retiraba con su ligero andar de bailarina que tantos años de practica le habían forjado.
En ese momento Selene despejo uno de sus rizos que se le soltó del perfecto peinado de su frente con su blanca mano, para continuar su labor, dejando ver sus avellanos ojos verdes que de pronto se encontraron con los ojos rasgados de pupilas cafés de Matilde y la miraron con reproche- Deja de perder el tiempo- ordeno, sus cejas casi se juntaron por el disgusto, le dieron una expresión de miedo, los demás se sorprenderían si la vieran. Algún regaño parecía surgir de su boca, Matilde lo espero; para su suerte, este nunca llego, porque rápidamente la atención y las manos de su amiga se ocuparon en sujetar su falda para que los vientos de Octubre, no le hicieran pasar una vergüenza delante de toda la escuela.
-Eso te pasa por no traer pantalones, - dijo Matilde con burla en su voz, al escuchar algunos chiflidos producidos por alumnos de la planta baja, quienes esperaban ver mas que solo unas bonitas piernas; Selene los ignoro y dejo de sujetar su amplia falda cuando pareció seguro, continuo con su lectura, retirándose con cuidado del barandal. Los piropos entonces subieron de tono y Matilde solidaria, levanto su brazo y les hizo una seña nada educada con la mano.
¡Mat! No seas vulgar. Ignóralos- Ordeno alarmada Selene, aunque muy en el fondo agradeció el detalle.
Matilde sabia que Selene nunca usaría pantalones, ya que ella los consideraba nada lindos, procurando en su guardarropa siempre vestidos, faldas o shorts bonitos y a la moda; siendo estos el secreto de su peor defecto. A los ojos de los demás, Dulce Selene Navarro Lara era la perfección en persona. Bueno eso para los demás, porque Matilde conocía su frívolo defecto, Selene era una adicta a la moda y a las compras de ropa, siendo escrupulosa en su gusto al vestir, desarrollo una obsesión por los zapatos, llegando a tener mas de 20 pares por temporada del año. (Un verdadero desperdicio, para gusto de Matilde) En ocasiones ese defecto era tema de discusión, debido a lo despectiva que podía a llegar a ser Selene con respecto a juzgar y tratar por la ropa que usaban los demás.
Matilde sabia que cuando Selene daba esa primera mirada a una persona, lo juzgaba por lo que traía y de ahí tomaba su decisión de aceptarla o no, obvio que ese era el verdadero motivo del rechazo de los tres valientes, ese y uno segundo que tenia nombre y apellido.- Ni de broma saldría con alguno de esos muchachos ¿como pueden estropear tantas marcas de ropa y combinarlas tan mal?
- Vanidad.- Pensó Matilde, pero conociéndose como se conocían, su amistad estaba por encima de los defectos que tenían.
Al contrario de la esbelta y bien formada figura de ella. Matilde poseía un cuerpo plano como el de una tabla y sin chiste. No daba tanta importancia a la ropa, ni a las marcas, ni la moda, se vestía, porque tenia que hacerlo y no quería problemas con la ley por salir desnuda a la calle; se conformaba con camisetas que llevaran escritos alguna leyenda de los Beatles, Muse, Porter, Zoe, X Japan o cualquiera que fuera de sus grupos favoritos de música- “Si voy a vestir algo, que sea de provecho”- Decía -“Promoveré la buena música”- Adopto como filosofía; debido a eso, sus playeras la volvieron comerciales ambulantes, eso si, siempre procuraba los pantalones de mezclilla, de cualquier textura, un poco ajustados pero sobre todo cómodos, para calzar, tenis de cualquier modelo, poniendo como única condición el color rojo. Por lo que llego a tener obsesión de compra, fueron las pulseras de hilo que buscaba obsesivamente en el “tianguis cultural” del parque Agua azul, al que asistía cada sábado sin falta.
El cabello de Matilde también ondeo por el viento, cortó hasta el hombro y en capas como lo llevaba, no se preocupo porque quedara desordenado, lo usaba despeinado, así que dejo que el viento hiciese lo que quisiese y dejo que fuera Selene quien continuara peleando con el y su falda.
Selene a pesar de que con su cabello causaba un efecto hipnotizador, le confeso alguna vez que envidiaba el de ella, diciéndole que era genial, ya que siempre se acomodaba como quería, a diferencia de sus rizos, a los que necesitaba peinar con sumo cuidado e invertir demasiado tiempo, Matilde opinaba que eso eran tonterías.
Sin hacer caso sobre la pérdida de tiempo que estaba teniendo, observo los edificios de la escuela que presentaban algunos ángulos irregulares.
-Realmente el arquitecto había sido demasiado bueno como para lograr que esas estructuras no colapsaran con esos terminados mal hechos o había nacido bajo buena estrella.- Opino- Interesante para dibujar. A mi mama le daría el ataque de nervios, si viera las condiciones de los edificios donde estudio- Pensó en Laura Martínez, su madre y lo exigente como arquitecto que era. Estaba segura que mandaría demoler el edificio.
Si para Selene la moda era su pasión, para Matilde lo era el dibujo de edificios, personas y caricaturas, trataba de dibujarlo todo y plasmarlo al papel, si algo le llamaba la atención lo observaba con detenimiento hasta terminar por tenerlo dibujado en su pequeño cuaderno de bocetos que cargaba siempre con ella. Una buena caja de lápices, un boleto para el cine y cuerdas para su guitarra. Las tres cosas por las que más gastaba el dinero que lograba juntar
- Vámonos, que a este paso vas a enseñar hasta la garganta.- dijo sonriendo al notar el que Selene estaba perdiendo la batalla. Termino de grabar en su mente todos los detalles del próximo dibujo que realizaría sobre ese edificio.
- Pues es tu culpa, Yo no me detuve a pensar en la inmortalidad del cangrejo y a hacerla de banderita con este viento.
-No me malentiendas- le dijo- lo que pasa es que estaba pensando…-
-¿En…?- la simple frase, hizo despertar la curiosidad de Selene, Matilde sabia muy bien que significaba ese “En” de su parte. Ese era uno de sus mayores secretos que tenia.
-No, nada de eso, otras cosas…
- Pfff- exclamo desilusionada.- Espero que esas cosas sean, en el como vas a realizar la tarea, a menos que esperaras a que el ensayo te llegara por iluminación divina,- dijo de forma brusca, sujetando su falda y caminando torpemente.-
-Golpe bajo,- pensó y la preocupación del ensayo regreso; aunque la angustia no le duro mucho, se burlo un poco por la pelea que continuaba entre Selene y el viento mientras caminaban por el pasillo, le remordió la consciencia y la ayudo a sujetar su bolso y sus libros. Se los dio molesta, había cachado esa expresión de burla en su rostro. Mat utilizando su mejor arma de su rostro para calmar la molestia de Selene, le regalo su sonrisa sincera y bonita en forma de disculpa, se veía guapa y cuando la mostraba desarmaba a cualquiera. Selene le sonrió en respuesta, olvidando la molestia, así juntas las dos continuaron caminando por los corredores de la preparatoria.
Contaban con más de 5 años de amistad, desde que se conocieron en el 5to de primaria, cuando la maestra Perita las castigo por pelearse a golpes, debido a querer el mismo libro a la hora de lectura.
En ese tiempo Matilde siempre tomaba el mismo libro porque se lo sabía de memoria, así ya no tenía que experimentar el disgusto de encontrar alguna historia que no le agradaría, mejor tomaba lo seguro “Los cuentos de terror de espantos y aparecidos. En esa ocasión, cuando la maestra indico la hora del rincón de lectura, resulto que a Selene Navarro, la niña nueva del salón se le ocurrió tomar el mismo libro, desatándose la guerra, que empezó con un ligero jaloneo y termino por que las dos se golpearon con el borrador y el cuaderno.
La profesora en castigo las puso juntas a compartir el mismo libro a pesar que las dos protestaron mucho, la profesora Perita no cedió, teniendo como resultado el descubrir que a Selene le gustaba narrar libros; ya que poseía una voz suave y agradable, mientras Matilde disfrutaba escuchar; ya que poseía buen oído para apreciar un buen relato, desde entonces comprendieron que se complementaban muy bien y en adelante, compartieron todos los libros del rincón de lectura, naciendo su amistad y haciéndola mas fuerte, volviéndolas inseparables.
Cada quien tomo su lugar en ese extraño y cerrado dueto que formaban. Selene como la tranquila y racional, considerada el cerebro y Matilde la valiente, fuerza bruta que defendería siempre a su amiga de cualquier amenaza; aunque eso también lo podía hacer Selene, ya que a contradictoriamente se llamaba Dulce, de eso no tenia nada. Uno de los motivos porque la castaña utilizaba tacones no era precisamente por moda, las calles a veces no eran muy seguras y en más de una ocasión llegaron a ser utilizados como armas de defensa personal. O eso lo había probado, el depravado, que trato de exhibirse ante ellas, semanas atrás.
Se conocían lo bastante como para aceptar sus defectos y virtudes sin ningún problema. Su amistas no se basaba solo en libro, lecturas o moda. Juntas pasaron muchas de los eventos que marcaron su vida.
Como la muerte del papa de Selene debido a su enfermedad con el alcohol y la cirrosis que desarrollo y la difícil aceptación de una persona nueva en la vida de ella, que con el tiempo se convirtió en su padrastro. A su vez, Lo que significo la dura separación de los padres de Matilde y lo difícil que fue para ella aceptarla.
-Mira ahí va Uriel con su enjambre- dijo cambiando de tema cuando bajaron la escaleras y se toparon de frente con el presidente del comité de estudiantes y su séquito de moscas- como les gustaba decirles.
¿Están haciendo el corto, corto, largo, largo?- pregunto Selene sonriendo; refiriéndose a la forma de saludar tan particular que tenia ese grupo, sin despegar la vista de su cuaderno y tomada del brazo de Matilde para no caerse, continuando con la revisión de su material.
- Como toda Reina de belleza debe ser- contesto susurrándole con burla. Les parecían absurdos los chicos del comité estudiantil y su actitud de quienes se sienten estrellas de cine, desfilando por todos los pasillos saludando, a pesar de que Selene desde el segundo día, fue invitada a unirse a una plantilla para el comité, ella amablemente rechazo la invitación, zafándose de cualquier evento político. A las dos no les gustaban las multitudes. Apreciaban la privacidad.
Selene continuaba con la revisión de la guía, cuando Matilde se la arrebato de golpe,- recibiendo un manazo por su brusquedad, Matilde volvió a quejarse pero no por el golpe en su mano, si no al ver el listado de requisitos para el ensayo- ¡Ay este viejo!- grito, recibiendo otro manazo por parte de Selene, advirtiéndole que tuviera cuidado con lo que dijera, debido a un maestro con el que se cruzaron las miraba con desaprobación -¡Ay este viejo… sabio y experimentado profesor! –corrigió aumentando su tono de voz - ¿Piensa que no tenemos vida? Se pasa de veras; mira todo lo que hay que leer, no son poquitas páginas como Carlos…ehm… mmm… pues Carlos como se llame, el que escribió "Aura"¿Te acuerdas en la secundaria? ¡Y para colmo!”- Se quejo al revisar los títulos en la lista, golpeándola con la mano de forma dramática- Estaría de acuerdo si fueran muchas paginas, siendo un relato tan bueno como el de Gabriel García Márquez.
- ¡Fuentes, Carlos Fuentes por favor!- Exploto Selene después de escuchar todos sus errores, como si fuera la pura verdad. Ya no le importaba que otros alumnos la miraran, le arrebato las hojas con la misma brusquedad que ella lo había hecho- ¡Y no leíste 100 años de soledad, te la he narrado de principio a fin! “¿te acuerdas en la secundaria?” - Le recordó, debido a que para hacer esa tarea hubo la necesidad de narrarle toda la historia, cuando se negó a leerla. - Exactamente dijiste: No manches, no puedo hacer mi tarea porque ese libro es enorme ¿además a quien le importa la historia de una familia que repite los nombres de sus miembros por 100 años? Es bastante confuso para mi… ¿no podrías contármela como en la primaria? Eh... Eh… por los viejos tiempos…Eh… - Matilde guardo silencio después de escuchar la perfecta imitación que Selene acababa de hacer; hasta para burlarse de ella lo hacia impecable, le dio la espalda avergonzada sin dirigirle la palabra, siendo consolada por unas palmaditas cariñosas inmediatamente después.
-No es tan malo Shakespeare- afirmo animándola a leer- Las intrigas entre las familias, traiciones y romances son perfectamente elaborados y los fantasmas en sus historias ¡Wow! Me reí mucho con la Fierecilla Domada y llore a moco tendido con Romeo y Julieta, pero Hamlet, ¡Oh Hamlet! Es tan loco, tan genial.-
-¿Ya te leíste a Shakespeare? Me lo juras… ¿no es gacho? ¿No babeaste la almohada de aburrimiento? Eh? Eh? – Pregunto, Selene solo dio una señal afirmativa y dos negativas con la cabeza volviendo a mirar la bibliografía de su cuaderno- Definitivamente eres una ñoña…- expreso en tono burlón.
- Por supuesto... ¿6 años siendo las mejores, mejores amigas del mundo y no te habías dado cuenta? Soy toda una ñoña, pero con excelentes calificaciones- dijo en su tomo dramático, con suficiencia y ese aire de “Lo se todo” Que muy bien caracterizaba a Selene, Matilde a veces se preguntaba cómo es que una persona tan bajita, frágil y menuda lograba convertirse en un gigante, aun no lograba descubrir de donde era que le venia tanta genialidad. Una de sus teorías era que las ideas brillantes y el conocimiento puro de Selene se le atoraban en el cabello al querer salir en esos ingobernables rizos castaños de su cabeza, no teniendo otra opción mas que regresar a su cerebro, muy al contrario de ella que el conocimiento de las clases y las brillantes ideas escapaban rápidamente tomando como autopista de alta velocidad su cabello lacio baba y perdiéndose en el cielo.
– Deja de estar en la luna y piensa bien en una solución para que puedas hacer el ensayo, no todo en la vida es Harry Potter.- dijo citando, los únicos libros que ella releía, cuando podía.
- ¡Que diferente seria si todos los personajes fueran como Sirius “el bello” Black! ¡Oh, si!- suspirando apretó el cuaderno a su pecho de forma romántica. Harry Potter era la única obra completa que logro leer por si sola. Y eso gracias a que Selene la había forzado a conocerla y termino por encantarle.- Podría escribir todo un ensayo sobre las mil formas de cómo debió vivir Sirius Black, que era su personaje favorito.-
- ¡Eso es! Así deberías de estar gritando por Shakespeare, que es sobre quien escribiremos. -Dijo bajándola sin compasión de la nube en que se había subido- ¡Vamos! ¿No puede ser tan malo la tarea de pasar una tarde con Shakespeare?- Matilde solo levanto una ceja en señal reprobatoria.
- No manches Selene…
- Ok, pensaremos algo entonces.- dijo guardando su guía en su bolsa.
- Estúpida semana cultural…
- Evita las groserías- dijo Selene, por lo general cuando hacia una prohibición evitaba decir no, porque leyó que “no” jamás se registra en el cerebro y también procuraba que su lenguaje fuera correcto para evitar problemas de comunicación en el futuro- No es una semana tan mala, si es dedicada a Shakespeare quiere decir que habrá eventos- dijo mirando un cartel pegado de uno de los postes de la escuela, sonrojándose de forma espontánea, señaló el póster.
- Oye hagamos esto, veremos la obra de Romeo y Julieta que van a presentar los del taller de teatro mañana y ya no leemos el libro, bueno corrijo, te ahorras la lectura del libro.- Después de escuchar la propuesta, Selene le pudo parecer la más buena y encantadora amiga que podría tener, aunque escucharía los versillos insulsos e inútiles, eso era mejor que leer, con un poco de mejor animo Matilde acepto y juntas emprendieron el regreso a casa.